martes, 1 de junio de 2010

JUVENTUD DIVINO TESORO


Hoy, me gustaría retroceder en el tiempo y disfrutar de los recuerdos de la infancia para observar mejor el devenir de la juventud e intentar comprender y acompañar el proceso generacional.

En mis tiempos la ilusión de la mayoría de los padres era la de que sus hijos estudiaran, que fueran algo en la vida, que no les ocurriera lo que a ellos,...  que espabilaran. Estas eran las palabras escuetas que siempre empleaban y que a ellos les llenaban de responsabilidad, repitiendo muchas veces el rintintín de ¡ hay si yo hubiera estudiado !. Le daban mucha importancia al aprender, a tener un oficio, o una carrera, en definitiva, a tener un medio de vida para valerse por si mismos.

Allá por los años sesenta y debido al poso que dejaron en nuestros padres la educación en las escuelas de antes de la guerra, muchas familias optaron por dar a sus hijos una buena preparación buscando para ello todos los medios a su alcance. Aquellos años no eran años de abundancia y el estudiar costaba dinero, pero ayudados por los centros laborales, que hicieron un gran papel en España y por los internados religiosos de bajo coste, se pudo conseguir una juventud bastante preparada en lo laboral y en las inquietudes.

Los padres hicieron el esfuerzo y consiguieron que sus hijos encauzaran su vida laboral y su conducta como personas, consiguiendo a la vez, su implicación directa en la educación de las futuras generaciones. Su esfuerzo fue reconocido y no cayó en el olvido.

Esta es la dinámica de siempre, los padres pendientes de los hijos, de su educación, de que sean algo en la vida, de que no den que hablar y de que se labren un futuro.

Hoy los padres modernos, del 2010, y en estas circunstancias raras de la economía, tendremos que coger las enseñanzas para interpretar el momento y evitar que nuestros jóvenes lo pasen mal, la juventud nunca tiene que sufrir, tiene que estar alegre, sonriente, y a la vez conscientes de que con preparación todo lo pueden superar, de peores hemos salido. 

Chavierín

1 comentario:

  1. La abundancia pasada y el exceso de comodidades puede que haya hecho perder de vista a los jóvenes la necesidad del esfuerzo y la constancia para conseguir metas ambiciosas. Recuerda que en nuestra época de niños no echábamos en falta el dinero, ya que nos buscábamos la vida y disfrutábamos con cosas sencillas que tomábamos de cualquier sitio porque todas ellas estaban a nuestra disposición. Sin necesidad no hay motivación y, vuelvo a insistir la motivación y la ilusión por tener un futuro mejor se visualiza con más concreción cuando SE VE LA NECESIDAD DE CONSEGUIRLO.
    ¿Qué ocurriría si a nuestro jóvenes se les aplicara un recorte digamos del 50% en sus pagas, en vestimenta, en comodidades...
    En fin, que la conciencia de la necesidad del esfuerzo sólo emerge cuando de verdad queremos lograr algo.
    Un abrazo. Estoy pendiente todos los días de tus artículos. José Luis

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